Ganadería Tradicional

Foto: Luca Galuzzi

La ganadería tradicional ancestral desarrollada en el desierto de Atacama, la Cuenca del Salar y el altiplano andino por la comunidad indígena atacameña Lickanantai, involucra un conjunto muy complejo de conocimientos y usos relacionados con la naturaleza, el universo y el cosmos. El ciclo anual del ganado implica la reproducción, el cuidado, la selección y el pastoreo, entre otras actividades. Los principales animales ganaderos son las ovejas y corderos, cabras y camélidos domesticados como llamas y alpacas, así como también la gestión controlada de camélidos silvestres, como vicuñas y guanacos. Este proceso incluye el manejo de pastizales, el cultivo de alfalfa, la producción de alimentos y productos artesanales y la comercialización de estos.

Además de su importancia cultural, la ganadería de camélidos es fundamental para el control y la ocupación territorial ancestral de estas comunidades, donde existe una profunda interconexión y dependencia con el entorno ecológico donde se desarrolla. Muchas de estas comunidades están formadas por extensas familias que han residido durante generaciones en el clima agreste del desierto y el altiplano, donde la transmisión de saberes y conocimientos relacionados con la ganadería se promovió en el seno de la familia y se ha ido heredando de una generación a otra. En general, esta función educativa está en manos de los más adultos y parte desde la infancia, donde muchas de las experiencias cotidianas, juegos y labores giran en torno al cuidado del ganado y los viajes realizados con este.

A pesar de los cambios sociopolíticos que han afectado a los pueblos originarios de la región, la ganadería camélida ha sabido adaptarse a los cambios preservando sus prácticas y tradiciones, siendo una fuente de orgullo y sustento patrimonial para quienes la continúan en la actualidad. Para los habitantes en torno a San Pedro de Atacama, la ganadería, en especial de camélidos, se vincula con las formas de vida de sus antepasados, siendo una manifestación cultural que fortalece su identidad.

La práctica ancestral ganadera está cargada de saberes y ritualidad, donde se realizan ciclos de celebraciones, rezos y festividades marcadas por un calendario anual. Un recorrido donde se desarrollan diferentes expresiones culturales que llevan en su esencia la cosmovisión andina y atacameña, la espiritualidad ligada a la Madre Tierra Pachamama y el sincretismo religioso propio al período prehispánico. Se realizan ceremonias sagradas como pagos y convidos a la Pachamama, rituales como el floreamiento del ganado, fiestas y bailes religiosos, entre otras, todas plagadas de agradecimiento y bendición para el buen estar de los animales. El 24 de junio en el solsticio de invierno, donde también se conmemora a San Juan es una fecha particularmente significativa en el calendario agro-andino.

El pastoreo es una actividad fundamental en la vida de las comunidades andinas, incluyendo a la cultura atacameña Lickanantai. Los pastores, principalmente mujeres, jóvenes y niños, desempeñan un papel crucial en la cría, guía y cuidado del ganado al aire libre. La tarea pastoril se centra en la búsqueda constante de vegas y pastizales que puedan alimentar a sus animales, donde este andar llamado trashumancia establece una relación muy especial con el espacio y los ciclos naturales. La práctica está marcada por épocas de lluvia o sequía, por las temperaturas y también, por la disponibilidad de agua en los diversos lugares que pertenecen a sus familias. La planificación y adaptación son claves para aprovechar la diversidad ambiental en sus variados pisos ecológicos, ya sea más cercano a los poblados o más hacia los cerros donde hay estancias para su descanso, a veces corrales o simplemente, terrenos abiertos donde se acampa y se ponen los animales de forma circular con sus cabezas hacia adentro. En San Pedro de Atacama y sus alrededores normalmente en verano es cuando se llevan los animales a las alturas de los cerros donde los pastos están maduros y disponibles, aunque más duros por la calidad climática y los suelos, mientras que en invierno descienden a los poblados, donde predomina un pasto más tierno y suave por la alfalfa cultivada y las semillas de algarrobo, chañar o tamarugo.

Foto: https://www.todoantofagasta.cl

Los rituales tienen una relevancia significativa en la actividad pastoril, dando un apoyo sagrado a su quehacer y otorgándoles fortaleza para afrontar la enorme responsabilidad vinculada al cuidado de los rebaños. Los temores a situaciones como robos, la presencia de depredadores o las calamidades naturales como las nevazones, vientos extremos o sequías, que podrían afectar a los rebaños, hacen que estos rituales sean cruciales en la cotidianeidad de la labor pastoril donde se llevan a cabo rituales como mesas andinas donde se agradece y pide apoyo a las fuerzas de la naturaleza y a los ancestros para esta labor. En la cosmovisión andina, los cerros tutelares, donde los animales pasan parte del año y se sienten libres, se consideran de género masculino, mientras que las vegas, donde se encuentran los pastos, se perciben como femeninas. Esta dualidad refleja la profunda conexión entre los pastores, la naturaleza y la tierra que sustenta sus vidas.

La agronomía ancestral está ligada al trueque, una actividad pastoril tradicional y comercial muy significativa para las comunidades, donde se intercambian productos agrícolas o ganaderos. Parte del pastoreo consistía en desplazarse de un lugar a otro realizando trueques con otras comunidades para obtener los productos que se necesiten de acuerdo con lo cosechado durante el año. Cualquier excedente que no sea destinado al consumo familiar se ofrece para estas actividades de intercambio, donde se busca obtener lo que no se ha producido. Otra forma de intercambio es la participación en ferias donde se intercambian o comercializan los productos restantes. El intercambio aún sigue presente en la vida atacameña, especialmente, con productos que otras localidades no tienen, generándose una especie de compromiso y camaradería entre los participantes.

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