Las festividades en San Pedro de Atacama son de gran valor e importancia para la comunidad que, sin duda, fortalece su identidad. Las festividades atacameñas están vinculadas a eventos significativos con la naturaleza y el mundo espiritual. Ya sea en pequeñas reuniones o celebraciones de gran envergadura, todas reflejan su visión del mundo, su historia y la memoria de sus comunidades. Las costumbres religiosas prehispánicas del pueblo atacameño conviven con el catolicismo, aportando matices a cada comunidad. Festividades tradicionales que incluyen valores simbólicos fundamentales y vínculos profundos con la naturaleza y los antepasados. Estas prácticas ocurren tanto a nivel de comunidades, donde cada una tiene a un santo patrón, así como en la intimidad de los hogares. De este modo se desarrollaron calendarios ceremoniales privados o comunitarios, vinculados a los distintos santos, a las prácticas culturales y en sintonía con el ciclo agrícola y ganadero.

Festividades más destacadas en San Pedro de Atacama
Fiesta de la Candelaria (2 de febrero)
La celebración de la Virgen de la Candelaria, patrona de los mineros, comenzó a realizarse en la región de Atacama, pero trascendió su lugar de origen para convertirse en una festividad religiosa de gran importancia en toda la región del norte de Chile. Este evento se lleva a cabo anualmente el 2 de febrero y congrega a miles de devotos. Su origen se remonta a 1778, cuando el arriero Mariano Caro Inca descubrió la imagen en las montañas, cerca del salar de Maricunga. Este hallazgo milagroso atrajo a peregrinos, lo que llevó al párroco a construir un santuario en 1800, el cual fue posteriormente reconstruido tras un incendio en 1922.
Con el tiempo, esta festividad se ha convertido en un pilar fundamental de la religiosidad popular en la región y también para San Pedro de Atacama y sus alrededores. Se han formado cofradías de bailes chinos de diversas localidades que participa, siendo una festividad con una alta participación local y de ciudades vecinas. Estos grupos se preparan durante todo el año para celebrar a su patrona de manera festiva y devota, consolidando así una tradición que se mantiene viva a lo largo de los años.
El Carnaval
El carnaval es una fiesta que precede a la cuaresma y se celebra en los países de tradición cristiana. En San Pedro de Atacama y sus alrededores, así como en otros poblados del Norte Grande, la celebración se caracteriza por nacer de un sincretismo religioso, donde se une la fiesta de tradición cristiana con rituales de honra y ofrenda a la Madre Tierra o Pachamama a través de convidos y cantos. Se agradece y ofrenda por la fertilidad, en especial y de acuerdo con la fecha, al maíz y a las aguas. Es importante destacar que cada poblado que celebra el carnaval tiene sus particularidades. El carnaval es una festividad que fortalece la identidad y cohesión social en San Pedro y los poblados de la cuenca del salar, donde incluso personas que han abandonado sus poblados, regresan para unirse a la celebración.
El carnaval tiene una serie de preparativos con tareas distribuidas a la comunidad según la edad y sexo, ya sea en los bailes, decoración y el preparado de comidas y bebidas. Por lo general, las mujeres adultas se encargan de preparar la infaltable aloja, una bebida alcohólica tradicional de vaina de algarrobo y el pan amasado, confeccionado con trigo blanco, negro y mestizo, el que se hace con diversas formas. También se suele preparar la patasca, plato típico de la zona que se hace con el maíz pelado.
Durante la fiesta es común el canto de coplas carnavaleñas acompañadas de diversos instrumentos musicales, como el bombo, el sonajero, el acordeón y la guitarra, recorriendo el pueblo y haciendo paradas y rondas en distintos puntos, llamadas “ruedas”. Las coplas son versos tradicionales o improvisados que son cantadas al unísono, respondiendo a un cantor solista. También es común el juego “chaya”, que consiste en tirarse harina a la cara. La comunidad participa activamente, abriendo sus casas y compartiendo espacios públicos para las festividades. La música desempeña un papel central en esta celebración ritual.

La Cruz de Mayo (3 de mayo)
La festividad de la Cruz de Mayo tiene sus raíces en la época de la Conquista, cuando el culto a la Santa Cruz era ampliamente difundido. Los misioneros católicos, al enfrentarse a las barreras del idioma con los indígenas a quienes evangelizaban, recurrieron a símbolos visibles para transmitir sus enseñanzas. Colocar cruces en lugares visibles, arriba de lomas o en altura cercana a sus misiones, se convirtió en una forma de enseñar la idea de Dios. Para mantener viva la doctrina, los misioneros autorizaron realizar festividades alrededor del culto a la cruz, particularmente en el mes de mayo, con procesiones y bailes tradicionales ante esta. Según un registro realizado en 1996 por el investigador Orestes Plath, la Cruz de Mayo se realiza desde la Región de Arica y Parinacota hasta la Región de la Araucanía, presentando particularidades locales.
En San Pedro de Atacama, la preparación para la Fiesta de la Cruz de Mayo comienza días antes del evento, cuando la comunidad se reúne para elaborar cruces ornamentales con lanas de colores, flores y otros elementos decorativos. Estas cruces se instalan en lugares estratégicos del pueblo, en patios, plazas y en las afueras de las casas. El día 3 de mayo en la mañana, se lleva a cabo una procesión religiosa en la que las cruces ornamentales son llevadas en un desfile que recorre las calles de San Pedro de Atacama. Durante la procesión, los participantes cantan cánticos religiosos y plegarias en honor a la Santa Cruz. A medida que avanza la jornada, se organizan bailes y danzas tradicionales, siendo una fiesta ritual donde la comunidad celebra su fe religiosa y muestra su identidad cultural. La combinación de elementos religiosos, música, danza y gastronomía la convierte en una celebración única que tiene por finalidad pedir por el bienestar de las familias, amistades y como otras fiestas religiosas, honrar y pedir por la producción agrícola y ganadera.

Fiesta de San Pedro y San Pablo (29 de junio)
la Fiesta de San Pedro y San Pablo en San Pedro de Atacama es una celebración única donde el sincretismo religioso se hace muy presente, combinando la religión católica con las tradiciones culturales de la comunidad Lickanantay. La festividad se celebra el 29 de junio de cada año y conmemora a los santos patrones de la localidad, San Pedro y San Pablo, siendo un momento muy importante para la comunidad que se reúne para venerar a sus santos y preservar su rica herencia cultural.
La festividad comienza con una procesión desde los ayllus, comunidades ancestrales en torno al pueblo de San Pedro, hacia la Iglesia principal en el casco histórico del poblado, haciendo un recorrido por sus calles. Durante esta procesión, se venera la imagen de San Pedro, adornada con flores y vestimenta tradicional, con música y bailes tradicionales. Los participantes danzan al ritmo de música interpretada por cajas, guitarras y flautas, que se diferencia del sonido de las bandas de bronces presentes en otras celebraciones.
Las comparsas en San Pedro de Atacama constituyen una red de parentesco arraigada en filiación y afinidad y son ampliamente reconocidas tanto por la comunidad Lickanantay como por las autoridades religiosas de la Parroquia de San Pedro de Atacama (ver Bailes Religiosos). Cada uno de estos bailes tradicionales es una mezcla única de rituales, música, danzas, coreografía y estética propias a la agrupación y transmitida por muchas generaciones. Además, implican la fabricación artesanal de instrumentos y la transmisión de significados, sonidos, historias, pasos y saberes a lo largo del tiempo, rituales preservados a través de la tradición oral. Así, los bailes funcionan como un elemento de cohesión social en la comunidad, manteniendo viva la identidad y fortaleciendo los lazos entre sus miembros a lo largo del tiempo.

San Santiago (25 de julio)
Cada 25 de julio, localidades en torno a San Pedro de Atacama como Machuca y especialmente, Santiago de Río Grande, rinden homenaje a su santo patrón Santiago a través de una festividad impregnada de música y bailes tradicionales, combinando la riqueza cultural del pueblo Lickanantai con su profunda fe religiosa.
El inicio de las festividades se marca el martes 22 de julio, con una ceremonia comunitaria dirigida por los ancianos del pueblo donde también se bendicen los instrumentos musicales que se usarán en las comparsas. El día 25 de julio, se realiza una ceremonia al alba para bendecir e iniciar la festividad y en la tarde comienza la música y los bailes devocionales, realizándose la “Ceremonia de la Cera” donde los fieles presentan diversas tinkas u ofrendas que incluyen vino y hojas de coca como muestra de gratitud al santo patrón.
Dos importantes ceremonias distinguen a la celebración en Río Grande: La primera es la particular “ceremonia de los cuartos», en la que se ofrecen ovejas, corderos y llamas al Santo Patrón. Se corta el animal en cuatro y se rocía la sangre de los animales en la plaza y los cuatro puntos cardinales del pueblo. Para el baile cerca de 20 parejas sacan los «cuartos» y realizan saludos en la iglesia y giran alrededor de la plaza con los cortes de carne en alto. En el baile que dura toda la procesión, se portan banderas de colores brillantes y se danza en círculos con giros y diversos movimientos coreográficos. Al final, que puede ser luego de tres días de procesión, en un juego desafiante llamado la “corrida de los cuartos”, deberán partirse los pedazos de carne hasta que todos hayan cortado su porción para culminar la celebración.
La segunda ceremonia mencionada se llama el «teatro» y ocurre en la plaza durante la noche. Se instalan señoras con ollas de comida, té y vino en seis lugares esta y se encienden fogatas. Se simula una ciudad. Los hombres se disfrazan de carabineros, curas y otros personajes. Se crean oficinas temporales como un banco, un registro civil, una cárcel donde se toman aleatoriamente prisioneros que para liberarse deben tocar el campanario de la iglesia. Esto también se realiza en el patio de la Iglesia de Machuca, pero durante el día.
La mesa de los difuntos (1 y 2 de noviembre)
Ceremonia donde las familias y amistades conmemoran y recuerdan a sus seres queridos que han partido. Una ceremonia que une elementos de la tradición andina, hispana y propios de la cultura Lickanantai, quienes postulan que las almas, incluso después de la muerte, necesitan ciertos elementos terrenales como comida y bebida. También, la festividad es una oportunidad para recordar, agradecer y orar por las almas de los seres queridos que han dejado este mundo.
Para esto, los preparativos comienzan tres días antes en los que se elaboran ofrendas y preparados para que el día 1 de noviembre estén todos los alimentos que le gustaban al familiar fallecido. También, se hornean panes dulces y salados, algunos con formas especiales, como escaleras para subir al cielo o animales que ayudan a cruzar un río, símbolos que representan la unión entre los dos mundos: el terrenal y el espiritual de los que ya partieron.
La mesa lleva un mantel blanco donde se dejan las ofrendas y sobre esta, un arco verde que representa una puerta de acceso a las almas que regresan en ese día. Todo debe quedar instalado antes de mediodía. La comunidad visita cada una de estas mesas instaladas en los hogares y el recorrido comienza por el alma más recientes que ha fallecido (hace menos de tres años) y termina en el punto de inicio. Este día se realiza un pago donde las ofrendas se introducen en un cántaro de greda con la mano izquierda, lo que simboliza el contacto con el alma. Posteriormente, el contenido del cántaro se quema, ya que el fuego se considera un canal para comunicarse con las almas y ayudarlas a descansar en paz. También se realizan tinkas que son ofrendas de licores (aloja o vino) acompañadas de hojas de coca. Luego, el día 2 de noviembre la comida es repartida por quienes acompañaron las mesas continuando la celebración.

Navidad
La Navidad en San Pedro de Atacama es un período de unión, reflexión y celebración para la comunidad local, donde los bailes ceremoniales en honor al Niño Dios encarnan un significado profundo, representando la identidad y la herencia cultural de los habitantes Lickanantai. Los promesantes se organizan en grupos de danza con atuendos distintivos, llevando ofrendas hacia los altares que sostiene la imagen del Niño Dios, custodiada anualmente por diferentes familias o grupos comunitarios.
Los Nacimientos son espacios especialmente preparados por los anfitriones para exhibir al Niño Dios, resguardado por el jefe del hogar, conocido como el «esclavo». Este se encarga de permitir que la comunidad adore y alabe la imagen, y según la tradición, se transfiere al hijo mayor de la familia, continuando este ciclo generacional. Durante todo el año, los dueños de estos Nacimientos se preparan para este momento, abriendo sus hogares y compartiendo con los visitantes y danzantes, una taza de chocolate caliente acompañada de sopaipillas o pan amasado.
Además de estos bailes, en la Nochebuena se realizan procesiones que atraviesan las calles del pueblo, representando la Sagrada Familia y los Reyes Magos, uniendo a la comunidad en esta festividad. Las casas y calles se iluminan con faroles y velas, generando un ambiente acogedor. La decoración incluye estrellas navideñas y belenes tradicionales, con figuras que narran la historia del nacimiento de Jesús. En la Iglesia de San Pedro, la Misa del Gallo a medianoche marca el punto culminante de la actividad religiosa, siendo el punto de encuentro de los bailes.
La comida es un elemento esencial en la celebración navideña en San Pedro de Atacama. Las familias preparan platos tradicionales que incorporan ingredientes autóctonos como cordero y llama, reflejando la herencia culinaria de la región. En la cena de Nochebuena, los platos típicos como la cazuela de cordero suelen ser servidos. Además, preparaciones con maíz, quinua y papas son comunes en la mesa navideña.