Artesanía Tradicional

La artesanía tradicional es una de las manifestaciones más tangibles del patrimonio cultural inmaterial. Las labores artesanales ancestrales han ido perdiendo el interés de las nuevas generaciones por lo que estos oficios se han ido perdiendo poco a poco. Es muy importante salvaguardar estas actividades, además de preservar los propios objetos artesanales, alentar a los artesanos para que sigan fabricando estos productos a través de su uso y comercialización. También apoyando a que estos conocimientos y técnicas sean transmitidas a otras personas, en particular, dentro de sus comunidades.

Las expresiones de la artesanía tradicional son muy numerosas y en el oasis de San Pedro de Atacama son parte fundamental de la cultura local que, en sintonía con la naturaleza y su entorno cultural, transmite parte de esta sabiduría y conocimiento ancestral. Símbolos y piezas creativas que hablan de las raíces y la cosmovisión de la cultura Lickanantay, objetos que reflejan un valor invaluable de sus costumbres y vínculo con al medio ambiente. Cultores que con sus manos plasman el arte y la identidad materializada en tejidos y arcilla, tintes naturales y música, entre otros, que grabados en el inconsciente creativo mantiene la conexión con los ancestros, para la continuidad de estos preciados saberes.

El oficio de tejer

Este oficio se ha ido transmitiendo como un antiguo legado dentro de las comunidades o familias que, generación tras generación, van plasmando sus propias historias en sus tejidos.  Muchas mujeres, especialmente pastoras de poblados del altiplano, cultivan este oficio desde que son pequeñas, aprendiendo de sus madres o abuelas como parte de la educación tradicional. El arte de hilar y tejer es una producción que genera piezas únicas y útiles, que muchas veces forman parte del ropaje tradicional de la familia y comunidad, lo que da un sello de identidad en los poblados de la región. También es una oportunidad de ingresos económicos al comercializarlos en diversos lugares turísticos. Las culturas andinas y también la Lickanantai buscan potenciar el trabajo comunitario o familiar. Se puede ver a las mujeres bajo de un árbol o sombra tejiendo, compartiendo este saber con las más jóvenes. Hoy en día muchas de ellas se van a la ciudad lo que hace que se vaya perdiendo la transmisión de este oficio que forma parte importante de las raíces atacameñas enseñadas por las abuelas y abuelos.

La primera labor para tejer es la esquila que, tras un complejo proceso ancestral, se saca la lana del anima, que puede ser oveja, llama o alpaca, la que luego se organiza separándola. La lana que se utiliza principalmente para tejer es la de la espalda y los costados de esta, ya que es la más fina y limpia. Se va escogiendo la mejor lana esquilada, especialmente, las más largas y grande, la que se escarmena y limpia, sacándole ramas y suciedad. Después de esto comienza el hilado, que de acuerdo con las costumbres se hace antes o después de lavar la lana.

El hilado y el teñido forman parte esencial de la textilería atacameña, donde los coloridos y las imágenes están vinculadas a sus formas de vida y al profundo vínculo con la naturaleza. El hilado es la unión de diferentes fibras en una misma dirección, que se pueden torcer manualmente o con ayuda de algún instrumento llamado huso que, con movimientos rotatorios, sirve para aumentar la velocidad del giro y controlar el grosor del hilo pudiendo generar un tejido más fino o grueso. Si es para frazadas o tapas se hace más grueso. El huso es generalmente de madera y se acompaña con un implemento que sirve de contrapeso, llamado piriro. En la actividad del pastoreo muchas veces las mujeres, principales encargadas de esta labor, llevan su huso para ir hilando mientras cuidan a los animales. Otra labor textil importante es la elaboración de sogas que, a través de la técnica del trenzado de cinco moños, se usan como bozales para amansar a los animales, cargar leña, sacos, etc.

El proceso de teñido está intrínsecamente ligado a la Madre Tierra o Pachamama para la cultura Lickanantai y otros poblados andinos. Este procedimiento implica una serie de etapas donde se sumergen las fibras en tintes naturales, logrando que los colores se impregnen de manera firme y duradera. Este método ancestral ha sido desarrollado a lo largo de generaciones, utilizando hojas, tallos, raíces, flores, distintas partes de las plantas, minerales e incluso materiales de origen animal. A través de experimentación y un proceso de prueba y error, se han logrado crear una amplia gama de colores. Para los atacameños los colores más comunes de usar son el café, rojo, negro y blanco. Estos colores, junto con las texturas de los tejidos, han servido como base para la creación de símbolos e iconografía que representan su profunda cosmovisión.

Una de las técnicas de tejido ancestral más destacada es aquella donde se usan de palillos hechos de espinas del cactus Cardón. Su fino hilado y punto hace de estas piezas de fina artesanía un arte privilegiado hoy en día y que solo practican pocas artesanas en la zona. También, podemos ver que se teje con cinco palillos muy delgados, que a veces elaboran con rayos de bicicletas pulidos en sus puntas. Dentro de las organizaciones de tejedoras más destacadas están las tejedoras de Socaire que se han organizado en grupos comunitarios o familiares para tener una producción permanente con técnicas ancestrales del proceso del tejido.

El bordado

El bordado es una técnica andina ancestral que también impactó en las comunidades atacameñas. Estas composiciones repletas de coloridos e imágenes reflejan costumbres y tradiciones propias a San Pedro de Atacama y su entorno. Cada bordado es una expresión de identidad, tradición, patrimonio y dedicación, donde se representa parte de la vida en la tierra, en los ayllus, el pastoreo y las festividades religiosas donde se reflejan el sincretismo propio de la cultura Lickanantai. Una de las agrupaciones que ha destacado en las últimas décadas son las “Bordadoras de Solor”, asociadas en la Agrupación Cultural de Oficios Ancestrales e Innovadores de San Pedro de Atacama. Son las historias de mujeres creadoras, muchas de ellas grandes maestras de tejido, que han vivido bajo las tradiciones de sus pueblos y decidieron perpetuar sus conocimientos en y costumbres en textiles.

Alfarería tradicional atacameña

La alfarería es un arte ancestral que consiste en la creación de objetos a mano a partir de barro o greda. En la cultura Lickanantai, este arte se desarrolló tanto con propósitos utilitarios como ceremoniales. La alfarería es un testimonio vivo de la profunda conexión de los habitantes de esta región y la Madre Tierra o Pachamama. Cada vez que se trabaja con la greda, se recrea un oficio que honra a los antepasados y la historia de su cultura. La artesanía en barro es altamente simbólica, ya que representa una tradición e identidad con las raíces y principio de la cultura local.

Hace más de tres mil años, los pastores introdujeron la cerámica en San Pedro de Atacama, lo que surgió de la necesidad de contar con recipientes para transportar y almacenar agua, alimentos y semillas, ya que las distancias eran muy largas y el acceso al agua, limitado. Con el tiempo se fueron incluyendo platos, cuencos y otros utensilios más sofisticados. Además de su función práctica, las piezas de greda se utilizaban en rituales sagrados, incluyendo ofrendas, sahumerios, etc. siendo muy importante su incorporación en ritos funerarios, donde se creía que las personas seguían su viaje acompañadas de estas vasijas como parte de sus pertenencias en el otro mundo. Este oficio al modo tradicional todavía es practicado por algunas personas de comunidades como Río Grande, Machuca y San Pedro. La técnica se ha mantenido en el tiempo, pero el oficio se ha ido perdiendo con los cambios de intereses de las generaciones más jóvenes.

La alfarería en la región se caracterizaba por su grosor y variaciones de tonalidades grises y negras, dadas por el tipo de greda y también por el modo tradicional de quema. Reconocer y elegir la greda es la parte inicial y muy importante del proceso. Esto, en lugares que las comunidades reconocen y cuidan, considerando que tanto la greda salada como con mucha materia orgánica puede reventar al entrar en calor. Así también, resiste algunos minerales como el hierro, el cobre y otros que aportan textura y colorido. La greda es remojada por varios días para purificarla. Esta va decantando, facilitando su limpieza antes de ser utilizada, donde se puede colar o extraer de ella manualmente piedras, hojas, ramas, etc.

Ya con la greda lista, esta se amasa como haciendo pan para que no quede con burbujas de aire entremedio y se va dejando tapada para que no pierda la humedad hasta que ya esté preparada para modelarla. Para esto existen variadas técnicas donde las más comunes son partir de una bola y hacer un hoyo al centro, o hacer un rollo de greda que se va uniendo hacia arriba con herramientas de madera. Antiguamente, se utilizaba para esto los huesos finos de la llama. Actualmente, algunos alfareros locales usan técnicas más modernas de modelado como el torno. Después que las piezas están listas se pueden pulir cuando están un poco más secas con una piedra de río lisa para darle brillo.

La principal particularidad que tiene la alfarería tradicional de la zona es los métodos de cocimiento de la greda. Par esto se usa la jela que es el guano prensado de los animales que se saca generalmente de los corrales. Se prepara un hoyo con leña para hacer fuego y se ponen los objetos de greda totalmente envueltos y cubiertos del guano, el que a su vez es cubierto con tierra o piedras para que no entre aire, generando una especie de horno a la intemperie que idealmente llega a los 800 grados de temperatura. El resultado es una pieza de greda sólida, lista para ser utilizada y que adquiere las tonalidades del humo y la tierra, a la usanza de los antiguos habitantes de estos territorios.

Artesanía en piedra liparita y volcánica

Toconao, ubicado a 38 kilómetros de San Pedro de Atacama, es un poblado conocido por su artesanía en piedra, específicamente en liparita y piedra volcánica. Los artesanos locales han dominado la técnica de tallado y escultura en estas piedras desde los años 50 que, aunque es reciente respecto a otras artesanías de la zona, forma parte de un patrimonio cultural que caracteriza al poblado y destaca frente a otros de la región.

La piedra liparita, una roca volcánica de origen ígneo es particularmente apreciada por su textura suave y maleabilidad, lo que permite que los artesanos la tallen con meticulosidad y precisión, para crear una amplia variedad de objetos de carácter ornamental, los que representan vivencias cotidianas de la comunidad, como el pastoreo o el tejido, así como figuras antropomorfas y zoomorfas (especialmente llamas), iglesias, campanarios, volcanes, generalmente de un formato que va desde los 10 a 50 cm de altura. Casi todas estas son creadas para la comercialización

La artesanía en piedra liparita y volcánica de Toconao es una manifestación artística arraigada en la identidad de la región, mostrando el talento y habilidad de los artesanos locales en el arte de trabajar la piedra. Sin embargo, al igual que otros oficios de la zona, están en riesgo de quedar olvidados por las nuevas generaciones que no tienen la motivación de aprenderlo.

Un gran tallador fue Alejandro González Q.E.P.D, quien representaba animales, vivencias y objetos propios de la cultura atacameña, quien fue reconocido como Tesoro Humano Vivo en el año 2011, por el Gobierno de Chile, a través del Ministerio de Cultura, las Artes y el Patrimonio.

Artesanía en cactus

La artesanía en cactus es una de las piezas creativas características en la actualidad en San Pedro de Atacama, realizadas principalmente por artesanos del mismo poblado, Toconao y Socaire. Cuando la materia vegetal del cactus se seca totalmente queda su característica madera con surcos y agujeros por donde salían las espinas. Esta madera es muy hermosa y se trabaja conservando su forma natural o prensándola húmeda para darle diversas formas. De esta forma se da origen a singulares paneras, pantallas, marcos de foto, instrumentos musicales y diversos adornos. Muchas de estas piezas son comercializadas en tiendas de souvenir en San pedro y otros poblados

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